Mar del Plata ha estado atravesando durante varios años una lamentable inercia de gestión. Las consecuencias de esto se pueden ver en la decadencia de los servicios públicos, el deterioro de la infraestructura y la falta de obras significativas que mejoren la calidad de vida de los residentes en los diferentes barrios. Hace mucho tiempo que el municipio no actúa. En este contexto, que se agrava con la caída de la actividad económica y el deterioro de los ingresos fijos (salarios y jubilaciones) de los marplatenses y batanenses, el gobierno municipal ha emprendido una batalla contra aquellos a los que debería liderar y motivar para lograr una ciudad mejor. El nuevo enemigo del Intendente son los empleados del propio municipio. El jefe se enfrenta a sus subordinados. No hace falta decir que este ejemplo no aparece en ningún manual de liderazgo.
Mientras la sociedad sufre la ausencia de verdaderas políticas de estado, con un municipio que ha abandonado todas las estrategias de gestión y todo lo que implica mirar a medio y largo plazo, el gobierno ahora monta un espectáculo político de corto alcance, emprendiendo una cruzada contra el personal municipal en lugar de proporcionar lo necesario para evolucionar, modernizar y asegurar condiciones adecuadas de trabajo y control de gestión.
La recaudación en Mar del Plata está cayendo… los comercios e industrias están cerrando… los jóvenes se quedan sin trabajo. Los adultos se encuentran con el techo bajo de las jubilaciones paupérrimas. Los barrios hace mucho tiempo que no ven las máquinas del municipio mejorando sus calles. Los centros de salud carecen de medicamentos y profesionales, y no hay suficientes turnos. La Secretaría de Cultura ha desaparecido. No hay obras en las escuelas. Las personas sin hogar sufren el abandono. La higiene urbana es un recuerdo. Los sectores que generan ingresos se privatizan. Y también se realizan adjudicaciones inexplicablemente costosas para el erario público.
El mismo Intendente que cuando era candidato prometió de manera rotunda ocuparse de la seguridad de los marplatenses, hoy se declara, de hecho, prescindente ante la ola de delitos y violencia que azota a nuestros vecinos. Fue fácil decir lo que la gente necesitaba escuchar. Pero es imposible hacer sin dedicación y trabajo.
Eso y mucho más es lo que necesitamos revertir. Pero el gobierno municipal encuentra un atajo copiando el discurso ideológico de Milei y la emprende contra las enfermeras, los médicos, los placeros, los operarios de alumbrado público, las trabajadoras sociales, defensa civil, los maestros del municipio. Pretenden reemplazar la falta de proyecto y de pasión por Mar del Plata con un montaje tardío (segundo período de gobierno) que no resulta creíble.
Siempre hay cosas para mejorar, siempre es necesario progresar y asumir nuevos desafíos. Pero eso se forja en el duro yunque de la gestión diaria y no en la búsqueda de titulares de alto impacto y poco resultado para la gente. Mar del Plata necesita paz, necesita protección y amor. Necesita funcionarios que trabajen, con visión y constancia, para poder así exigir el mejor rendimiento de aquellos a los que deberían liderar.