El mes de julio cerró con una noticia que no sorprende a nadie: el informe del Departamento de Estudios Sociales y Económicos (DESE) de la UCIP revela que las ventas en Mar del Plata cayeron un 17,1% en comparación con julio del año pasado. Un dato que habla por sí solo y refleja la dura realidad que enfrentan los comerciantes de la ciudad.
Cuando se consulta a los propietarios de los negocios sobre cómo evalúan su desempeño, los resultados son claros. Solo un 1,6% califica sus ventas como “muy buenas”. El 25% las considera “buenas”, pero la mayoría, un 43,8%, las tilda de “regulares”. Y ahí no termina la cosa: un 23,4% se anima a decir que su desempeño fue negativo, mientras que el 6,2% restante se queda con la calificación de “pésima”. Un panorama sombrío que no puede pasarse por alto.
En cuanto a las utilidades, el pesimismo se hace eco: el 39,1% dice que son regulares, el 32,8% las considera malas y un 7,7% se atreve a calificar sus ganancias como “pésimas”. En otras palabras, la situación no solo es crítica, sino que se agrava con el tiempo.
El presidente de la UCIP, Blas Taladrid, fue claro al respecto: “Sin signos de reactivación, continúa la caída de ventas en Mar del Plata. Son muchos meses de descenso que generan una mochila pesada para los comerciantes.” La paciencia de estos comerciantes se está agotando y sus expectativas, cada vez más bajas. Taladrid agrega que “el comerciante es cada vez más prudente a futuro”, dejando en claro que las promociones y descuentos son la única forma de sobrevivir en este contexto.
La mirada hacia el futuro no es más alentadora. Un 60,9% de los encuestados cree que las ventas se mantendrán sin variaciones en los próximos seis meses, mientras que solo un 21,9% confía en que aumenten. Por otro lado, el 89,1% de los comercios planea mantener su plantilla de empleados. Y cuando se habla de inversiones, el 64,1% se muestra reacio a poner un peso más en el juego.
El estudio, realizado en los Centros Comerciales a Cielo Abierto de Mar del Plata, abarcó diversos rubros que reflejan la situación de la economía local. Alimentos y bebidas, indumentaria, ferretería, y más, todos ellos se ven atrapados en un ciclo de incertidumbre que parece no tener fin.