La reciente intervención del gobierno de Santa Cruz en la Fundación Valdocco ha encendido una alarma tanto en la comunidad local como en aquellos que, como el sacerdote Juan Carlos Molina, han dedicado más de 20 años a ofrecer contención y cuidados a más de 50 niños en situación de vulnerabilidad. Lo que en principio parecía un operativo judicial más, sin previo aviso ni una orden formal, rápidamente escaló en una controversia que expone las tensiones entre el Estado y las organizaciones sociales en una provincia donde el papel del gobierno no siempre parece claro.
Molina, visiblemente afectado, relató cómo un megaoperativo que involucró a más de 40 personas irrumpió en la institución sin una justificación concreta, ni denuncias previas que respaldaran una intervención tan contundente. Lo que más preocupó al sacerdote fue el trato hacia los niños: los menores fueron sometidos a entrevistas y grabaciones durante el operativo, algo que Molina calificó como inapropiado y hasta violento. El bienestar de los niños, en un contexto donde deberían sentirse protegidos, pasó a un segundo plano ante lo que muchos interpretan como una intervención abrupta, sin justificación ni sensibilidad.
El operativo, que fue impulsado por el Juzgado de Familia como respuesta a un pedido de informe del gobierno provincial, no ha dejado de generar dudas sobre sus verdaderos motivos. Mientras las autoridades provinciales insisten en que se trató de una medida para garantizar el bienestar de los menores, Molina sostiene que lo que ocurrió fue más bien una “persecución” política, algo que no solo ha dejado a la fundación sin apoyo institucional, sino que pone en riesgo la estabilidad de una institución clave en la provincia.
La pregunta que emerge de este episodio no es solo sobre las intenciones del gobierno, sino sobre el papel del Estado en la protección de las organizaciones sociales que trabajan a favor de los más vulnerables. ¿Es esta intervención una medida legítima para salvaguardar el bienestar infantil, o estamos ante una maniobra política que busca debilitar una institución que hace años trabaja en pos de los derechos de los niños?
Molina, en su discurso, dejó claro que la Fundación Valdocco continuará con su labor, pero advirtió que si no recibe el respaldo adecuado, podría verse obligada a mudarse a otro lugar donde se valore verdaderamente su trabajo. “Si no nos quieren acá, nos iremos a otro lugar donde nos necesiten”, dijo, destacando la firmeza de su compromiso con los niños, pero también la desesperación por la falta de apoyo institucional.