Mar del Plata, la perla del Atlántico, se encuentra sumergida en una realidad que dista mucho de su fama turística. Las decisiones del intendente Guillermo Montenegro han generado controversia, especialmente con el aumento exorbitante del boleto de transporte público a $750, una cifra que golpea el bolsillo de los marplatenses y posiciona a la ciudad entre las más caras del país.
Las calles de Mar del Plata, que deberían ser el reflejo de su rica historia y cultura, están plagadas de baches y descuido. Tras cada tormenta, los vecinos enfrentan inundaciones y cortes de luz, evidenciando una infraestructura que se desmorona ante sus ojos.
Pero el golpe más duro lo recibe el ámbito laboral. Con una tasa de desempleo que alcanza el 9,3%, Mar del Plata lidera el ranking de desocupación en Argentina. Detrás de esta cifra hay historias de familias que luchan día a día por sobrevivir en una economía que no ofrece respuestas ni soluciones.
La belleza natural de Mar del Plata no puede, ni debe, ser una cortina que oculte los problemas reales que enfrentan sus habitantes. Es hora de que la gestión municipal se haga eco de las voces de los ciudadanos y actúe con la urgencia que la situación demanda.